8 de cada 10 pacientes que visitan Celular Clinic padecen artrosis. Rodillas, cadera y hombro son las tres articulaciones más afectadas por esta enfermedad degenerativa que, según la Osteoarthritis Foundation International (OAFI), afecta a 500 millones de personas en el mundo. Los síntomas de la artrosis se manifiestan de formas y en grados diferentes, teniendo habitualmente un empeoramiento progresivo a lo largo del tiempo.
Al inicio de los síntomas, el dolor suele aparecer después de un esfuerzo físico importante y desaparece con descanso. Pero conforme la degeneración del cartílago se impone, el dolor aparece tanto en actividad como en reposo, afectando a la movilidad y limitando la calidad de vida.
Cuando la artrosis conlleva una degeneración avanzada de las estructuras articulares, la sustitución de la articulación con una prótesis empieza a sonar como una opción para evitar el dolor. Pero hay que tener en cuenta que una vez hayamos dado ese paso, no habrá vuelta atrás. Una prótesis es un elemento mecánico de titanio, metal y plástico que substituye la articulación y que se implanta para que realice la función articular. En función del uso que se le dé a la articulación, convendrá un recambio entre los 8 y los 15 años..
Muchos de los pacientes que nos visitan nos preguntan… ¿Con un tratamiento biológico podemos evitar una prótesis? Y la respuesta es diversa en función del estado de la lesión de cada paciente. En Celular Clinic estamos especializados en buscar soluciones mínimamente invasivas que retrasen o eviten precisamente la colocación de dichas prótesis. Una de las claves para que el tratamiento biológico funcione, es analizar con detenimiento la lesión y ser curosos en los criterios de indicación de la terapia.
Desde hace 5 años tratamos pacientes con artrosis que han conseguido hasta el momento evitar la implantación de prótesis gracias al tratamiento Celstem. Este concentrado de la Fracción Estromal Vascular (SVF, del inglés, Stromal Vascular Fraction) es rico en células mesenquimales y otros progenitores que obtenemos del tejido adiposo (grasa) del propio paciente mediante una liposucción.
Una vez obtenida, esta grasa se procesa en sala blanca y se concentra bajo las especificaciones de nuestro equipo médico. Después de analizar las resonancias magnéticas realizadas previamente, nuestro equipo médico localiza el daño articular y realiza la infiltración depositando el concentrado celular para que se inicie el proceso de reparación.
Después de la infiltración, empieza un momento clave en qué involucramos al paciente en el proceso de recuperación, marcando unas pautas de rehabilitación de forma personalizada. En función de la edad del paciente y su actividad diaria, el tipo de lesión que padece y el tipo de deporte que practica, se adaptan los ejercicios y actividades a realizar de forma progresiva para buscar la mejor recuperación.